Juan Manuel Pineda

¿Entre los gobiernos emanados del PRI y del PAN  hay diferencias realmente de fondo con el mandato de MORENA que encabeza Andrés Manuel López Obrador, que nos haga esperanzar que avanzamos sustantivamente en una cuarta transformación del Estado mexicano?

Por la retórica del discurso oficial la percepción es que sí, pero esa aceptación de amplios sectores sociales sólo es alentada y alimentada por expresiones que el pueblo, esa masa amorfa, quiere escuchar ante el hartazgo de los gobiernos que precedieron al de AMLO.

Sin embargo, en los hechos los cambios de forma no son de fondo.

Sólo por mencionar un ejemplo, las movilizaciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación –la corriente disidente del SNTE-, se han encargado de exhibir nacional e internacionalmente que entre el gobierno de AMLO y de priistas y panistas, no hay cambios sustantivos.

Hace unas semanas el bloqueo de la CNTE al sistema regional de ferrocarriles en Michoacán, causando pérdidas por millones de pesos diarios.

Con total impunidad lograron lo que querían: dinero.

Esta semana, realizaron movilizaciones que paralizaron al Poder Legislativo.

¿Y la ley, esa que al asumir los cargos las autoridades juran cumplir y hacer cumplir?

Ante estos hechos, ¿cuál es el cambio de fondo que pone a México en la ruta de la llamada cuarta transformación?

Tras décadas en la lucha social, ahora AMLO sale a decir que “no entiende la actitud de la CNTE”.

¿Será, de verdad, que no entiende?.

Durante décadas los diversos medios de comunicación han difundido declaraciones de funcionarios de los tres niveles de gobierno  -unos exigiendo, otros prometiendo- justicia.

Retórica trillada, demagogia pura, en expresiones que seguramente le son familiares y le recuerdan algún hecho de la vida nacional:  “hasta las últimas consecuencias”, “tope donde tope”, “caiga quien caiga” y “por encima de la ley nada ni nadie”.

En las esferas del poder público, en sectores sociales y privados hay quienes están dispuestos a darlo todo en defensa de los  derechos, siempre y cuando no vaya en contra de sus propios intereses porque cuando esto sucede, cambia el sentido de su exigencia.

Para que quede claro, como se dice coloquialmente: la ley sólo se aplican en “los bueyes de mi compadre”…

Es decir, si la ley, si la justicia, se aplica afectando a un cercano –amigo, aliado o familiar-, júrelo que el sentido del discurso cambiará para dar paso a argumentos peores: “se está politizando”, “hay intereses oscuros”, “están tratando de desestabilizar al régimen”, entre muchos otros.

A manera de colofón: la CENTE, según anunció Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, el pasado 21 de marzo, se incorporará a la elaboración de las leyes secundarias de la contra reforma educativa.

Y como dice el dicho popular: “el que hace la ley, hace la transa”…