Nada, aparentemente, le preocupa a Enrique Peña Nieto. Ni el ridículo de México  que exhibió en Brasil, ni que las tormentas maten y dejen en la indigencia a nuestros compatriotas ni que su esposa, Angélica Rivera, sea presentada como derrochadora y mentirosa. Menos aún que el país vaya a una crisis que se espera en 2017,  antes de la sucesión presidencial.

Al mexiquense se le ve alegre, muy bien presentado, viajador y abrazando a personas como si estuviera en una feria de muchas flores.

A  Río, nuestro país mandó una delegación no muy preparada con un cuate de Peña Nieto que se paseó incluso con su novia y no le importó nada. Alfredo Castillo ahora culpa a otros de sus errores.  Igual sabe que no le ocurrirá  nada, ya que en el asesinato de la niña Paulette lejos de sancionarlo lo premiaron.

Hace tres años que los huracanes Ingrid y Manuel pegaron en Guerrero y quienes hicieron un trabajo horrible para reparar los daños y aliviar en parte a los damnificados, José Carlos Ramírez Marín y Rosario Robles son apapachados por Enrique. ¿Qué esperar en el caso de  la tormenta Earl?