Microscopio Social

Sinaloa y su eterno estancamiento económico

 

El primer semestre del año transcurrió entre la incertidumbre y la angustia para un gran sector de los sinaloenses, ya que a la compleja situación de rezago social se le sumó la reducción de trabajos formales, que es la base más sensible de la estabilidad familiar.
El 8 de julio, el periódico El Universal realizó un análisis del comportamiento laboral que tuvieron los estados durante los primeros seis meses del año, y las cifras arrojan que Sinaloa fue una de las tres entidades con más empleos perdidos.
Según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), citado por El Universal, en Sinaloa se perdieron 16,972 empleos; pero, además, muestra una tendencia creciente en la pérdida, ya que superó la caída del año pasado y convirtió al primer semestre de 2016 en el más negativo de la década reciente.
La caída en el empleo formal representa un severo daño a las familias, pues además de la pérdida de ingresos se disipan también las prestaciones sociales básicas, como la seguridad social y el acceso al financiamiento de vivienda o créditos al consumo. Con ello, se ahondan los rezagos que tienen los hogares sinaloenses y se potencia la generación de más pobreza.
El colapso laboral en Sinaloa se debe al débil desempeño económico no solo al de este año, sino al que se tiene desde hace más de una década; el Producto Interno Bruto (PIB) se ha estancado en el contexto nacional y no ha podido superar el 2.1% del valor total del país.
Aunado a la escasez de empleo, en Sinaloa se registran los salarios más bajos de México. De acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, un trabajador percibe en promedio 44% menos de salario respecto al salario más alto del país.
Las cifras laborales son resultado de la ausencia de alternativas económicas. Además de la desocupación, que en el estado supera el promedio nacional, el 53% del total de las personas que laboran lo hacen en la informalidad, siendo esta una de las tasas más altas en los últimos 20 años en el estado.
El problema del empleo daña especialmente a los jóvenes sinaloenses, ya que la tasa de desocupación para el rango de 15 a 29 años alcanzó el 7.5%, e incluso supera el promedio nacional. Asimismo, la desocupación es marcadamente alta para los jóvenes varones, ya que registra una tasa de 7.8%, mientras que el promedio nacional es 6.6%.
El histórico anclaje de las actividades primarias explica en gran medida el estancamiento estatal. Sin embargo, incluso en estas actividades emblemáticas Sinaloa presenta un retroceso, pues la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) reporta una pérdida de jerarquía en el escenario nacional, ya que de representar el 8.8% del valor total nacional en 2007, su contribución más reciente se redujo al 7%.
Y lejos de avanzar en la generación de valor, en la entidad se registra un retroceso productivo en las actividades industriales, lo que ha rezagado más la economía del estado.
Los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) muestran que Sinaloa presentó una reducción de las actividades industriales, lo que derivó en una menor participación estatal en el PIB nacional del sector secundario. Ello ha repercutido en un desvanecimiento del PIB pér cápita; la brecha entre la cifra estatal y el promedio nacional aumentó, mientras que en 2005 era de 14.5%, en 2015 la diferencia subió a 17%, lo que indica que en términos reales hubo un retroceso respecto al nivel medio del país y significa menos bienestar para la población.
En este pobre desempeño económico, la falta de inversiones es un tema central: el estado ha sido poco atractivo para los capitales foráneos; así lo reporta la Secretaría de Economía: de 1999 a 2015 fluyeron 4 mil 58.4 millones de dólares de Inversión Extranjera Directa, que representan el 0.95% del total del flujo nacional. En este marco, Sinaloa es uno de los 10 estados del país con menor atracción de inversión extranjera directa y es la entidad con los flujos más bajos del noroeste.
Son muchos años de rezago y pocas las acciones emprendidas para superarlo. En Sinaloa ha hecho falta una estrategia de crecimiento basada en sus ventajas comparativas, pero también en su enorme potencial productivo derivado de su población joven con deseos de trabajar. Asimismo, la falta de empleos y mejores salarios es la evidencia más contundente de la falla de las instituciones.
Sin duda, Sinaloa requiere un plan estratégico que se enfoque en la atracción masiva de inversiones en todas sus regiones y sin distingos; urge dinamizar la economía estatal y crear espacios a los grupos excluidos del mercado laboral formal. Solo así podremos hablar de un Sinaloa con estabilidad y donde el bienestar deje de ser solo un deseo. Necesitamos, pues, construir un estado donde cada ciudadano tenga un espacio laboral y pueda desarrollar satisfactoriamente sus aspiraciones.
Gracias y que pasen una excelente semana.

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