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Atlacomulco de Fabela y su mando único.

 

La antigua Tenochtitlán hoy ciudad de México, era un valle de aire limpio, fresco con vientos agradables, envuelto  en vegetación boscosa, animales exóticos e impresionante volcán,  cuya cresta se cubría de nieve, durante los inviernos. Este valle hermoso era bañado por un gran lago, fuente de vida para flora, fauna y pobladores.

También por aquellos lados, esta Atlacomulco de Fabela, Estado de México. Una comunidad en el centro del País. La zona se distinguía igual, por sus bosques con pino, cedro, ocote, roble y sauce llorón. Abundaban la ardilla, la comadreja, el topo, el  hurón, el conejo de campo, el coyote, la zorra. Flora y fauna, que poco a poco van desapareciendo. Hoy todo aquello, tiene bastantes  zonas, altamente industrializadas.

El “progreso” llega.  A su llegada, sucumben los  sistemas ecológicos, naturales. Lo que ha sucedido con los bosques del centro del país y sus animales, ha sucedido y sucede en todo el territorio nacional. Mares y océanos, con sus playas y litorales. Las montañas con sus florestas y riquezas minerales. Poco a poco la Nación, cede su propiedad originaria, su riqueza, sin la regulación protectora y ética, al particular, al extranjero, con la bandera de la inversión. El golfo, con el petróleo.

Se habla pues, de la generación de empleos. Se explica hasta el cansancio, del desarrollo sustentable. A cambio tenemos, una desolación enorme. Una devastación tan inusitada como cuestionable, de los sistemas naturales. Flora con sus bosques y montes talados. Los manglares reciben un embate voraz. Es infame lo de Tajamar, en Cancún. Múltiples especies de animales en extinción.  Mares envenenados cada vez más.

Lluvias torrenciales  que arrasan destructivamente lo que encuentran, por unas regiones. Contradictorias sequías por otras, que inhiben e imposibilitan la producción de alimentos. Calor desmedido y atípico y contrastantes Nevadas y heladas, también atípicas.

Los que saben de esto, señalan a la codicia humana en el aprovechamiento irracional de los recursos naturales. La avidez por la riqueza material, no ha tenido prurito alguno en dar cuenta de montañas, mares y tierras con sus recursos naturales. Todo es dinero. Y todo es, cambio climático.

Urge pues la creación de un mando único, en materia de protección del medio ambiente, no importa que Canadá, Francia, Chile o Colombia, no lo tengan. Una solicitud. Déjenle a los municipios que conserven sus facultades en materia de ecología y medio ambiente, para que si llega haber un presidente municipal que quiera a su tierra, haga algo por ella, ya que en materia de policía y seguridad ciudadana, no podrá hacer nada por los que creyeron y votaron por él, pues dependerán del gobernador en turno.

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