plazoleta

Moisés Francisco

 

Por: José Antonio Figueroa Lee

“Éxodo 18: Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.19:20: Y el SEÑOR descendió al monte Sinaí, a la cumbre del monte; y llamó el SEÑOR a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.”

Abajo el pueblo presionaba a Aarón hermano de Moisés, para que les hiciera un Dios a quien adorar. Antes, el pueblo de  Israel escuchó la voz de Dios mismo tronar del cielo, dándoles audiblemente los Diez Mandamientos a la nación judía. Esa experiencia conmovedora,  trascendente, única, no cambió sus corazones. Menos a las nuevas generaciones, a casi 3500 años de distancia.

Dios Jehová, sabiendo lo que está sucediendo, Aarón falto de liderazgo no se impone al pueblo judío y había producido con joyas de oro un torete, le dice a Moisés: “Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios”.

Y Moisés baja del Monte Sinaí, como el Papa Francisco Baja del Alitalia al  posarse en suelo mexicano  la aeronave, que muestra en las ventanas de la cabina, las banderas de México y El Vaticano.

Moisés Francisco, pronto revelaría undiscurso evangélico más humano, ríspido, consciente que su iglesia como el gobierno se han alejado de la gente, gente que irritada por la corrupción, la impunidad, la violencia y criminalización oficial sin castigo, ha dejado de creer, en el gobierno  y en la iglesia. Coincidencias.

El papa Moisés Francisco, aprovecha la recepción que se le ofrece en Palacio Nacional ante el gabinete en Plenoy como si recordara a Jesús en el templo de su Padre cuando fustiga a los mercaderes, sin misericordia, expresa fuertes palabras sobre la corrupción que se padece, que cimbran la conciencia enmohecida, de muchos de los oyentes.

“Cada vez que buscamos el camino del privilegio o el beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo”.

Pudo hacerlo en privado, pero su pretensión era más trascendente y el Papa Moisés Francisco, lo hace en público. A los Señores de la Sotana Púrpura obispada, reunidos en catedral metropolitana,les expuso sin piedad, la no idolatría al nuevo becerro de oro: “No tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar. Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa”.

Cuando hizo referencia de que se necesitan  obispos servidores, no obispos príncipes, instándoles a no doblarse ante los actuales faraones, algunos perdieron el aliento, pensado que los aludía.¡Gobernantes democráticos, no reyes¡ parecía decir.

Jorge Mario Bergoglio, aún con su lenguaje calmoso y diplomático, cada palabra y enunciado bien cuidado y meditado en su objeto y destinatarios, más de uno de estos últimos, en sus adentros pensó, que Moisés Francisco, estaba jugando rudo.Quizás a eso se debió en el desarrollo de la gira, espacios vacíos, claros marcados dentro de las multitudes, pretendiendo enviar la imagen de falta de “arrastre”,  minarle su popularidad o autoridad moral.

Vaya visita pastoral. La rendición de cuentas, la transparencia del quehacer de los gobiernos, ha sido un constante reclamo. Moisés Francisco, la nueva voz de los humildes, viene a México bajando de las colinas de Roma como si bajara del Sinaí y esa exigencia, la hace suya. Bandera política que se hermana espiritualmente en el evangelio nuevo, de la Iglesia Católica.

El “no tengan miedo a ser transparentes”, “Si tienen que pelearse, peléense. Si tienen que decirse cosas, díganlas. Pero como hombres, en la cara. Y como hombres de Dios, que después van a rezar juntos, si se pasaron de la raya, vayan a pedirse perdón“,

Sonó a no se dejen robar. Sean hombres, defiendan lo que es suyo. La cosa pública es de todos. Es patrimonio colectivo. Los que se pasaron de la raya, pidan perdón a Dios, por no haber obedecido el séptimo mandamiento, norobarás.

Fue y rindió honores a don Samuel Ruiz, tan condenado y perseguido por las Aristocracias adoradores del bíblico Torete de Oro. Llevó la voz de consuelo y presencia, en los lugares emblemáticos donde han sido victimizados los descalzos y los de hasta más abajo. Dejó de lado los temas Marcial Maciel y sus Legionarios, los 43 estudiantes de Ayotzinapa,  menos se pronunció por la injusta detención de líderes  como el doctor José Manuel Mireles.

Se despide diciéndoles a los jóvenes “no se dejen tratar como mercancías, atrévanse a soñar” como si los jóvenes no estuvieran como con las alas trozadas por un mundo material, fruto de sus  estrecheces axiológicas. El tiempo dirá si Moisés Francisco llevará a su Iglesia, más allá de las Palabras.

Deja un comentario