plazoleta

Humberto Valencia Sáenz, un ser singular

Por. José Antonio Figueroa Lee

 

Cada semana, un día determinado de la misma, nos reuníamos. Era la mesa, entre café y café, el espacio donde le dimos arquitectura y contenido, en los últimos tiempos, a nuestra hermandad, no obstante sus diez años más. Desde hacía tiempo, mucho, cultivábamos nuestra amistad. Hoy primer miércoles, a una semana de su fallecimiento, cuando me senté en aquella silla, ante la mesa espectadora silenciosa de nuestras esgrimas intelectuales, la presencia de una opresión en mi pecho, llamó mi atención. Si bien mi cuerpo físico enviaba su síntoma, emociones y sentimientos extremos contenidos, la causa, su ausencia, agigantaba la presencia en mi memoria, de un ser singular.

Le conocí a mediados de la época de los setenta. Yo hacía mis pininos en el litigio jurídico y él se desempeñaba como Juez Civil, en Culiacán. Había abrevado en los ejemplos axiológicos, en aquella generación de juristas que dieron dignidad y lustre al Poder Judicial de Sinaloa, encabezados por Alberto Sánchez González, Juan M. Zambada, José Enrique Sánchez Riveros, Juan Duarte López, entre otros.

Su carácter, sus ideales, el amor por la doctrina jurídica, su alto concepto por lo justo y lo que le significaba la elevada función pública que desempeñaba en el tribunal a su encargo, se revela en dos eventos, que tengo grabados como en camafeo, en mis perennes recuerdos.

Una, la sólida defensa de la independencia del Poder Judicial de Sinaloa, ante las intromisiones del Poder Ejecutivo. Y dos, tres sentencias condenatorias que dictó en contra de los intereses de un gobernador en turno, que le llevó a sufrir presiones y acciones que atentaban contra su decoro y decencia. Renuncia, sin jubilación o pensión alguna, no obstante sus veintitantos años de servicio. Al hacerlo, el Supremo Tribunal de Sinaloa, pierde no solo a una persona cualitativa, sino que deja ir injustamente a un funcionario excepcional, de luces ejemplares, en la función judicial.

Tiempo después, entre las vicisitudes de las dificultades económicas, recibe una apreciable oportunidad en la administración del Lic. Juan S. Millán. Le extiende nombramiento como Director Jurídico en la dirección General de Tránsito y Transportes. Posteriormente le nombra Subdirector General. Gracias a ese gesto, al término de su encargo, recibe una pensión modesta.

Escribió su propia historia dejando raíces profundas. Es un ejemplo y orgullo para familia y amigos. Un cariño sublime por sus nietos, le llenaba. Amo a los suyos, procurando su bienestar y felicidad. Fue siempre una mano amigable y optimista, con un especial sentido del humor. Cosechaba los frutos de su ardua existencia, a la que dio valía con equívocos y aciertos.

Apenas asomaban los vientos semanasanteros, cuando la llamada insalvable, toca a su alma. No hubo recurso alguno. Seguramente nos recibirá con sus juegos y risas, cuando nos toque transitar por el sendero, por el cual se fué. Humberto Valencia Sáenz, amigo por siempre. Ya descansas de este mundo hostil, a todo lo que tu representabas.

 

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