A un año del centenario de la Constitución mexicana, el festejo en Querétaro resultó un acto meramente ornamental, con discursos vacíos y aplausos mecánicos. La realidad, por cierto, demostró todo lo contrario de lo pronunciado por los tres poderes clásicos.

Dijo Enrique Peña Nieto: La Constitución mexicana se mantiene vigente y las reformas incorporadas (en este sexenio) permiten vislumbrar un país “que brinde acceso a una justicia rápida, efectiva y transparente; una justicia que proteja a las víctimas, que inspire confianza y dé resultados” (vivas de Humberto Moreira y los constructores de casas blancas y molestias de los parientes de los 26 mil desaparecidos).

Agregó el funcionario: las autoridades “actúan con apego a los más altos estándares internacionales en materia de respeto a los derechos humanos” (sic que hace levantar las cejas a organismos nacionales e internacionales en esa  materia).

Actualmente hay un plantón en el Palacio de Gobierno de Morelos, ya que la Universidad Autónoma de esa entidad  exige que le entreguen el subsidio que les han birlado y en espera que no haya más víctimas universitarias y de ciudadanos. En Veracruz hay una demanda penal de las autoridades de la universidad estatal contra el supuesto gobernador, Javier Duarte, por dos mil 76 millones de pesos que no les han dado hace tres años. Y Agustín Carstens, el encargado del Banco de México, llama a recortar una vez más el presupuesto ya que los precios del oro negro irán a la baja en los siguiente años y es necesaria mayor austeridad, la cual e pegará a los ciudadanos y no a los funcionarios o a los políticos, los cuales derrochan a manos llenas, incluyendo la ceremonia en Querétaro, donde entre el boato todo eran risas de los asistentes.

La Constitución que ha sido modificada más de 400 ocasiones, mayormente en el actual sexenio que insistirá en reformas insustanciales o fallidas, y no la pueden venerar o respetar quienes la mancillan impunemente.

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