Microscopio Social

¿Independencia o dependencia mexicana?

Hace 205 años se convocó a luchar contra el yugo de los peninsulares, episodio que se recuerda a través del grito de Independencia lanzado por Miguel Hidalgo y Costilla. Más de dos siglos han pasado de esa gesta histórica en la que perdieron la vida muchos hombres y mujeres que aspiraban a vivir en una nación independiente y próspera.
Las causas de esta lucha fueron diversas, pero los principales motivos fueron la discriminación y desigualdad social que reinaba en la Colonia, causas principales de la pobreza, y que hoy en día subsisten significativamente.
Hoy vivimos en un país en que los cimientos de la República se han ido haciendo débiles y frágiles, ya que el desgaste político, la corrupción y el incremento de la pobreza los han ido minando.
Asimismo, nos damos cuenta que la lucha gestada hace más de dos siglos no rindió los frutos esperados, ya que cada vez hay más pobres, y la implementación de las políticas sociales no han podido resolver la situación de 53 millones de personas que se hallan en condición de pobreza; de igual modo, vivimos una devaluación silenciosa, negada oficialmente, pero que avanza como el cáncer.
En reconocimiento a todos aquellos que entregaron su vida por esta causa justa, vale la pena revisar lo que hoy hemos hecho de nuestro país, específicamente en el ámbito de la educación y del avance tecnológico, científico y de innovación que hoy tenemos.
En el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2014-2018, el presidente Enrique Peña Nieto asentó que “La ciencia y la tecnología enriquecen el patrimonio cultural de las naciones y estimulan su capacidad para innovar, por lo que son elementos clave del desarrollo equilibrado y sostenible de las sociedades modernas”.
Esta expresión, que se tradujo en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, estableció como objetivo lo siguiente: “Hacer del desarrollo científico, tecnológico y la innovación pilares para el progreso económico y social sostenible”. Prácticamente, todos nuestros gobernantes han manejado y manejan estas tesis, pero una cosa es lo que se dice y escribe, y otra la que existe en la vida real.
Los invito a reflexionar sobre algunos parámetros que definen el desarrollo de un país. El Gasto en Inversión y Desarrollo Experimental (GIDE) es la inversión destinada a la realización de proyectos de investigación científica y desarrollo experimental (IDE). La proporción entre el GIDE y el Producto Interno Bruto (PIB) es un indicador internacional que da a conocer el grado de desarrollo de una nación que se sustenta en la investigación científica y tecnológica. Los países desarrollados destinan entre 1.5 y 3.8% de su PIB al GIDE. Para México, este indicador prácticamente se ha quedado estancado, ya que no se ha podido alcanzar el 0.5% del PIB, mientras que el promedio de la relación GIDE/PIB de los países de la OCDE es de 2.37%.
De igual modo, en 2012 la proporción de investigadores en México por cada 1000 integrantes de la Población Económicamente Activa (PEA) era de 0.9, cifra que se ubica muy por debajo de los países desarrollados, como Alemania, que tiene 7.9; Reino Unido, con 8.2; e incluso por debajo de países latinoamericanos como Argentina, que registra 2.5. En este mismo rubro, los países integrantes de la OCDE presentan un promedio de 7.2.
En relación con los artículos  publicados en medios reconocidos por su calidad, que es otro de los parámetros, en 2012 los investigadores mexicanos publicaron solo 10,181 artículos, mientras que Alemania publicó 93,996, Canadá 56,454 y Brasil 35,042.
De igual modo, en el área de las patentes México tiene un nivel de productividad muy por debajo de lo esperado. De acuerdo con el Índice de la Economía del Conocimiento del Banco de Mundial, nuestro país ocupa el lugar 72 de 146 países evaluados. Asimismo, solo el 8.4% de las patentes solicitadas han sido realizadas por mexicanos, mientras que el resto han sido hechas por extranjeros.
Estos datos nos muestran como un país dependiente de otras naciones; es decir, estas cifras no corresponden a los 215 años de independencia política social por la que lucharon y murieron los grandes héroes de la nación.
Evidentemente, estos resultados obedecen a las políticas públicas que nuestros gobernantes han alentado por decenas de años. Y a pesar de que la legislación, en el artículo 9 Bis de la Ley de Ciencia y Tecnología, establece con suma claridad la inversión que debe tener la investigación: “el gasto nacional en este rubro no podrá ser menor al 1% del Producto Interno Bruto del país”, ello no sucede en la realidad. 
E inclusive, esta misma ley fijaba al año 2006 como el plazo para alcanzar dicha cifra. Sin embargo, como ya lo comentamos, esto no se ha cumplido. Basta recordar que el presupuesto ejercido por el Gobierno Federal para Ciencia y Tecnología (GFCyT) en 2013 fue de 68,317 millones de pesos, por lo que la relación del GFCyT/PIB fue de 0.42%.
Estos elementos nos llevan a plantear que, cuando menos en el terreno de la ciencia, tecnología, investigación e innovación, los mexicanos poco tenemos que celebrar con la independencia iniciada el 16 de septiembre de 1810 y promulgada el 27 de septiembre de 1821.


Gracias y que pasen una excelente semana.

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