​Los tres grandes partidos: PRI, PAN y PRD, viven una grave y terrible crisis. Muchos son los problemas que sufren pero uno es la que los va haciendo prescindibles: su falta de apoyo a los ciudadanos en sus problemas básicos: económicos, sociales y de justicia.
​En el PRI, el Dedo Mayor (EPN), optó muy a su pesar por Manlio Fabio Beltrones. Dejó ilusionado a su consentido Aurelio Nuño ya que ni siquiera entres las filas gubernamentales de primea línea era bien aquilatado este sobrevalorado joven. Manlio llega con un candado muy fuerte, será su secretaria general, Carolina Monroy del Mazo, una señora que su gracia es ser esposa de Ernesto Nemer, quien es el que manda en Sedesol, aunque sea subsecretario, y es prima del mismísimo Peña Nieto y su apellido la une a un clan toluqueño. Ella supervisará en todo a Manlio, quien prometió lealtad incondicional al presidente. Simulación.
​El partido albiazul tendrá su elección el 16 de agosto. Lo casi 500 mil votantes, según dicen algunos sondeos, se inclinarán por Ricardo Anaya, dejando en el camino al sólido y capaz: Javier Corral. El aparato de Gustavo Madero triunfará para seguir el camino de los acuerdos en lo oscurito, los moches y las alianzas al mejor postor. La derecha se siente feliz porque no dejaron pasar a un crítico y reformador.
​Carlos Navarrete y su equipo no llegaron ni siquiera al año de gestión y se van con la votación más baja para el PRD. Lejos de la autocrítica y recomponer el camino, lanzan pedradas contra Morena y el Movimiento Ciudadano, a los que necesariamente buscarán para una gran alianza de izquierda. Contradicción evidente.
​El ciudadano que ve cómo el dinero no le alcanza, que no puede ingresar a las escuelas, que encuentra muertos por todos lados y recibe noticias de los millones de pesos que gastan los políticos, no se acercará a los partidos que sólo remueven su mugre sin cambiar nada.
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