Por Juan Manuel Pineda

El fideicomiso de jubilación en la Universidad Autónoma de Sinaloa, creado en el periodo que encabezó Héctor Melesio Cuén Ojeda como rector de la institución, es una medida visionaria.

El objetivo explica, por sí mismo, la trascendencia de este instrumento financiero: fortalecer y preservar la jubilación dinámica de que gozan los  trabajadores de la máxima casa de estudios sinaloense.

La jubilación dinámica es una prestación que pocos, pero muy pocos, trabajadores tienen no sólo en México sino en el mundo.

Se trata de una doble remuneración: cien por ciento del sueldo que percibían en la UAS, más el porcentaje salarial correspondiente que les proporciona el IMSS.

La jubilación dinámica es una doble prestación que difícilmente los empleadores y las instituciones de los servicios de salud para los trabajadores puedan sostener.

El fideicomiso empezó a funcionar con aportaciones de los trabajadores y de la administración central de la UAS. A la fecha, aún no se ha logrado la participación de la parte gubernamental.

Con una alta dosis de revanchismo político interno encabezado por presuntos“defensores de los derechos de trabajadores universitarios”, un grupo de 380 jubilados  demandó, por la vía mediática y la legal, su exclusión del fideicomiso y el regreso de sus aportaciones acumuladas.

El fallo de los tribunales les favoreció, y las autoridades universitarias acataron y actuaron en consecuencia.

Con ese fallo legal, se fortaleció el revanchismo político de quienes desde hace tres periodos rectorales perdieron privilegios en la UAS y, alimentando la ambición por el dinero de otros jubilados, preparan más demandas para no contribuir al fideicomiso y que les regresen lo aportado a la fecha.

Este proceder es muy similar a lo que se hacía en los periodos de los rectores que antecedieron a Cuén Ojeda, y que significaba una gran fuga de recursos económicos de la UAS.

La “estrategia” era simple: desde el interior de la institución se “recomendaba” a trabajadores inconformes que demandaran a la UAS, y un despacho de abogados en materia laboral –dirigido entonces por empleados de la propia institución educativa- los representaba ante la Junta de Conciliación y Arbitraje donde, invariablemente, “ganaban” ante la nula defensa de la parte patronal.

Cuando Cuén Ojeda nombró nuevos funcionarios en el área jurídica y éstos empezaron a revisar expedientes para asumir la defensa de los asuntos ante la Junta de Conciliación y Arbitraje, la UAS dejó de erogar aproximadamente 40 millones de pesos anuales por indemnizaciones laborales.

Ante el Consejo Universitario el Rector, Juan Eulogio Guerra Liera, alertó que los autonombrados “defensores de los derechos de los trabajadores jubilados” están cobrando cuotas iniciales de mil pesos a quien quiera demandar a la UAS para que ya no les descuenten su contribución al fideicomiso y les regresen el dinero aportado.

Ante esto, cada vez cobra mayor fuerza lo que hasta el momento se considera una posibilidad: la desaparición del fideicomiso para la jubilación.

Desaparecer el fideicomiso implica, metafóricamente, que los jubilados deben estar listos para darse un tiro en el pie que quieran… o en ambos..

Los jubilados que rechazan aportar al fideicomiso son los que, en su momento, aprobaron la jubilación dinámica.

Este escenario, el de la desaparición del fideicomiso, impactará necesariamente en la doble jubilación para los trabajadores de la UAS. Estudios actuariales revelan que en el mediano plazo la nómina de jubilados superará a la de trabajadores en activo.

Si a los jubilados (y a los trabajadores en general) de la UAS no les importa fortalecer y preservar la jubilación dinámica, la ruta ya está trazada.

Este es un dato para la reflexión, en caso de que haya interés y conciencia en el tema:

“Tribunales judiciales federales ordenaron a la Universidad Autónoma de Querétaro SUSPENDER el pago de las dobles pensiones luego de una querella interpuesta por trabajadores que reclamaban el ciento por ciento de la jubilación”.