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Recortar el ciclo escolar no es la solución de fondo

El 10 de junio el Dr. Francisco Frías Castro, titular de la Secretaría de Educación Pública y Cultura del Estado de Sinaloa (SEPyC), afirmó que niños y adolescentes de casi quinientas escuelas sufrían el intenso calor debido a la carencia de subestaciones eléctricas; asimismo, declaró que había un programa para dotar de subestaciones y aires acondicionados a algunos planteles. También informó que a pesar de que en algunas instituciones los estudiantes no se podían concentrar y presentaban síntomas de deshidratación, y en ese contexto reiteró que no habría modificaciones al calendario escolar.

Por otra parte, Frías Castro indicó que los directores de los planteles educativos tenían la facultad de suspender los eventos cívicos si las condiciones no eran adecuadas, dado que algunos alumnos se han desmayado por el fuerte calor. Lo anterior lo oficializaron el 23 de junio, indicando que no deberían de realizarse actividades cívicas a la intemperie o en lugares cerrados sin ventilación en un horario de 11:00 a 15:00 horas en todos los niveles escolares.

Sin embargo, ese mismo día también el titular de la SEPyC hizo público, sin documento formal de por medio, el recorte del ciclo escolar de 200 a 190 días: “Los alumnos de preescolar terminarán clases el día jueves 25 de junio, mientras que los estudiantes de primaria y secundaria se presentarán a la escuela los días 29 y 30 para realizar evaluaciones”.

Sorprende y preocupa la ligereza con que se declara y se cambia de opinión, sobre todo ante un problema tan serio como es la política educativa que se implementa en Sinaloa. Ciertamente, la salud de nuestros niños y adolescentes debe ser prioridad para todos nosotros, y es correcto protegerlos del tremendo calor.

No obstante, lo incorrecto es que la educación no se valore en su real dimensión, que se suspendan las labores académicas de manera cotidiana como se hace comúnmente, que no se tenga la voluntad para resolver las carencias que hay en las escuelas, que los recursos que se aplican a esta política se observen como un gasto y no como una inversión, que la reforma educativa acordada no se implemente adecuadamente, como lo es la evaluación de la infraestructura de los planteles y, por el contrario, su manejo sea más mediático.

Si hay duda de lo anterior, revisemos lo que ha ocurrido con el Calendario Escolar 2014-2015. La Secretaría de Educación Pública (SEP) definió que este calendario iniciara el 18 de agosto de 2014 y culminara el 14 de julio de 2015, según se publicó en el Diario Oficial de la Federación, como acuerdo número 06/06/14. Este periodo contemplaba 200 días de clase, considerando seis días de suspensión oficial y 10 más por reunión de los Consejo Técnico Escolares para la Planeación Educativa, que corresponden al último viernes de cada mes; y por cierto, esto último es una enorme aberración.

Sin embargo, por diferentes razones las suspensiones fueron más. Por ejemplo, en agosto solo hubo nueve días de clases; en septiembre se anunciaron 20 días, pero solo hubo 15; en octubre se respetaron los 22 días programados; en  noviembre, de 18 días proyectados, únicamente se impartieron 15; en diciembre se anunciaron 15, pero fueron 13; en enero 17, y fueron 14. Este ejercicio se puede hacer en todos los meses, de tal forma que al final del ciclo se concluye que nada más fueron 177 días de clase.

Por ello, bajo estas circunstancias, cabe la pregunta: ¿se puede hablar de Reforma Educativa donde uno de los principales ejes es la calidad de la educación?

Definitivamente, recortar el ciclo escolar para evitar los efectos del calor no es la solución; más bien, se trata de una salida fácil y, hay que decirlo, falsa. Por este motivo, desde la tribuna del H. Congreso del Estado, este jueves 25 exigí que el secretario de la SEPyC, Dr. Francisco Frías Castro, dé a conocer la base legal de la razón debidamente fundada y motivada, así como el decreto y la publicación del mismo, para que tenga validez legal el recorte del Calendario Escolar 2014-2015. No debemos permitir que alguien se dé el lujo de estar violando la ley y esté pasando por encima del interés superior de las niñas y niños.

Volviendo a los supuestos 200 días de clase que contempla el calendario escolar, en reiteradas ocasiones y diversos foros he sostenido que son muy pocos días de trabajo académico, más si nos comparamos con países desarrollados. Este problema se agrava más al observar que las horas dedicadas a la impartición de clases por día son muy pocas. Esta es la explicación de los resultados tan negativos que México tiene cuando es evaluada su política educativa.

Por lo tanto,  para superar esta deficiencia y mejorar la calidad educativa, necesitamos ampliar el tiempo que nuestros niños trabajen en el aula, incrementar el número de horas de trabajo por día, eficientar el desempeño académico, evaluar permanentemente la infraestructura y las condiciones de las escuelas, entre otras cuestiones. Esta es la verdadera reforma que se requiere, y por eso se están creando las escuelas de tiempo completo.

Asimismo, por eso hemos reiterado que suspender clases los últimos viernes de cada mes, para que los maestros se dediquen a evaluar y planear es una medida incorrecta, que va en contra de los objetivos de mejora de la educación de nuestra niñez. Sin duda alguna es de suma importancia la planeación y la evaluación, pero esta actividad se puede y se debe implementar en otros días y en otros horarios.

Finalmente, recortar el ciclo escolar no es la solución para evitar el calor, sino que debemos optar por invertirle a la educación y a la infraestructura: es el mejor camino.

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