Análisis a Fondo

¿Gobernar bajo la mirada del virrey?

·         Se le va a hacer al fin a Silvano Aureoles

·         ¿Pero ser góber a la sombra de crimen?

¡Buen día, gobernador!

El saludo jiribilloso, intencionado, fue dirigido al presidente de la comisión permanente, Silvano Aureoles Conejo, mientras se dirigía a ocupar el atril de las conferencias de prensa, a la entrada del salón Verde del palacio legislativo de San Lázaro.

Ni tardo ni perezoso, el michoacano giró la testa muy halagado.

Y es que por fin se le va a hacer al Silvano ser gobernador de su estado. Por obra y gracia de los acuerdos y los pactos allá arriba. Hace cinco años jugó para perder, después del tiradero que dejaron en Michoacán los sucesivos gobiernos perredistas.

Hace cinco años el aún diputado sólo fue relleno, junto con la Cocoa Calderón Hinojosa, para legitimar el triunfo del priísta Fausto Vallejo, atropellado gobernador que no pudo con el paquete ni con La Tuta, lo que obligó al gobierno federal a hacer a un lado los mandatos constitucionales y enviar a un procónsul a gobernar la tierra de Vasco de Quiroga y de Tata Lázaro. Y a poner al gobernador en el lugar de un pelele.

Pero al llegar al atril de las conferencias de prensa de la comisión permanente, a Aureoles se le veía rozagante. Muy seguro de sí mismo. Con aire de triunfador. Parecía sentirse parado en el pódium de campeón. Y asumió el papel de mandatario, respondiendo, solícito y gentil, todas las preguntas que los reporteros le planearon sobre temas tan diversos.

Le preguntaron y respondió de los desaparecidos en Iguala, de la conclusión del procurador de que fueron masacrados en Cocula; de las amenazas de la Ceteg de boicotear las elecciones en Guerrero, si no aparecen los normalistas; de Michoacán y las oportunidades de rehacer la vida al lado de la violencia criminal  y de La Tuta, que aún pesa en las relaciones de producción de la entidad; de las nuevas noticias propaladas por el The Wall Street Journal, de Nueva York, de nuevas millonarias casas, presuntamente ilegales, del señor presidente: “No dudaría que hubiera fuerzas en el exterior muy interesadas en desestabilizar al gobierno de México”.

Una conferencia de prensa digna, no ya de un aspirante al gobierno de su estado. No. Qué va. Una conferencia de prensa digna de un candidato destinado al triunfo, a ganar palacio de gobierno de la bella e inolvidable Morelia, tan metida en el corazón por personales razones.

Pero por qué tanto interés en gobernar un estado difícil, con el cual ni el virrey ha podido a pesar de la millonada de pesos que le entregó Hacienda para la pacificación. Un estado históricamente asediado por muchos, desde políticos, filibusteros, aventureros, monjes descalzos y criminales y negociantes de lo ilícito. Es que ser gobernador, sea como fuere, es gozar del poder durante por lo menos seis años, haciendo demagogia. “Señor gobernador”, tratamiento irresistible para cualquier miembro de la clase política de aquí, de allá, de acullá.

Sí, Silvano. ¿Pero qué pasará con el virrey, que actualmente es el que gobierna Michoacán, y el maestro Salvador Jara, el gobernador sustituto de Vallejo, es sólo una figura decorativa en palacio de gobierno?

De acuerdo, Silvano, la figura del comisionado es anticonstitucional, viola la soberanía estatal, rompe el pacto federal, pero se supone que funcionaría. Y ni siquiera eso. No ha funcionado para parar a La Tuta, que se ha convertido en el icono de la oposición, la real oposición, al estado priísta, perredista, panista.

Pero Aureoles está seguro de que, una vez elegido un nuevo gobernador, el próximo seis de junio, la federación tendrá que retirarse del gobierno estatal. Ya no será necesario un procónsul. Y él, por fin, será. ¿Y la Tuta?

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