plazoleta

Rejuvenecer los harapos

Ahora resulta que el Presidente Peña Nieto, necesita  el respaldo de la llamada Clase Política, vía los clásicos desplegados. La misma clase política gobernante, la que ha creado durante tantos años, el hastío ciudadano. Si cada quien en su rol público encomendado, condujera sus actos de autoridad con eficiencia y honradez, ni el país ni nuestro presidente, estuvieran en la disyuntiva adversa, que se vive. Hubieran promovido la participación de las fuerzas sociales.

La economía no solo está en problemas. La gobernabilidad no solo está en problemas. Está en problemas la moral del país. La población percibe un dogmatismo político, que la tiene hastiada. Regenerar y rejuvenecer los harapos de este dogmatismo, es lo que se pide.

La verdad pública, a cambio de la mentira o el engaño. El pragmatismo político vinculado a este último desvalor, produce problemas, cuando la verdad aparece. Crisis políticas recurrentes, cada vez de mayor intensidad. El pueblo de México, quiere la verdad como dogma, en los asuntos públicos. Transparencia y rendición de cuentas, a cambio de información pública retenida y reservada, en el tiempo.

La mentira en los asuntos públicos, maquillaje de informes y cifras, se convirtió en sistema. De ahí lo que vivimos. De ahí la falta de confianza, en la palabra,  de los políticos. De ahí el descrédito de los últimos ocho Presidentes de México al frente del sistema político que cobra factura, al Hombre de Atlacomulco, al inicio de su administración.

Se pide que el hombre público de hoy, tenga, pensamiento éticamente fiel, a sus atribuciones institucionales. Que su propósito gubernamental, se refleje en los hechos, mejor en las acciones que en las palabras. Son servidores públicos, sujetos a rendición de cuentas.

Es una aspiración legítima y justa del pueblo de México. Que escasear de hombres eminentes, que ejerzan en México, la visión de una nueva cultura producida a partir de una reflexión profundamente social, humana y moral, a propósito de la política.

Lo que el presidente Peña Nieto requiere, es el respaldo moral, de las  miles familias que reclaman justicia por el homicidio o secuestro de familiares, de los que quieren saber dónde están sus familiares desaparecidos, de los que han sido asaltados, robados, de la clase trabajadora cada vez más oprimida, de los hombres del campo cuya riqueza que producen, engorda las bodegas de los vivales. De los hombres de piel tostada y manos encallecidas por el trabajo duro en el mar y litorales, sumidos en la pobreza y adicciones.

Requiere nuestro presidente,  la confianza de las clases sociales marginadas que pululan en el desempleo o sucumben ante la enfermedad por carecer los a servicios asistenciales. De los jóvenes que no estudian por condiciones económicas insuficientes o aquellos que habiendo estudiando y egresado de las aulas universitarias, no encuentran trabajo. De ellos, que serían los beneficiados con las reformas estructurales promovidas por el presidente Peña Nieto, son los que deberían de buscarse, dieran el respaldo moral al Hombre de Atlacomulco.

Son ellos los que andan en la calle, pancarta en mano. Buscan  tocar el corazón político del que despacha en Los Pinos.  El país se ve mal y se ve lento. Desde hace sexenios, se ha querido imponer el orden y las paz, con la fuerza de la represión y fundamentos deshonestos. En política, la forma es fondo, decía Jesús reyes Heroles.

El elogio sincero, se gana. A cambio, la nota roja del país, seguirá poniendo en jaque lo político. Y el desaliento generalizado que se soslaya desde las aristocracias, ejercicio del poder político por las clases privilegiadas, seguirá afectando injustamente, no solo la confianza en las instituciones y en el respeto de lo público, sino eventos profundamente humanos, como al teletón, que aporta a los niños con discapacidad, una posibilidad de vida y atención profesional digna. Tal es la factura, de la irritación social.

Y es que en Ayotzinapa y en todo México, se cobran tres clases de impuestos, municipales, estatales y federales. La cobija  tapa o destapa a todos. La verdad.

Deja un comentario