Microscopio Social

Organización de las Naciones Unidas

México fiel en sus principios y débil en su aplicación

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) se fundó el 24 de octubre de 1945. Los representantes de 50 países, entre ellos el de México, firmaron la carta fundacional de la organización internacional con el propósito de poner fin a los atropellos de la dignidad humana y abrir el camino a un mejor futuro. En la actualidad, el organismo está conformado por 192 naciones.

Los principales propósitos de la ONU son: 1) Mantener la paz mundial (evitar el uso de la fuerza), 2) Respetar los derechos y libertades de todos los seres humanos, 3) Velar por el cumplimiento del Derecho Internacional, que es el conjunto de leyes que rigen el funcionamiento de la comunidad internacional, 4) Fomentar la amistad entre todos los países, 5) Ayudar a mejorar las condiciones de vida de las personas más necesitadas, 6) Servir de lugar o foro en donde se agrupen los esfuerzos de todos los países para alcanzar esos propósitos, 7) Todos los Estados Miembros deben obedecer la “Carta de las Naciones Unidas” y 8) Resolver los conflictos por medios pacíficos.

Frente a los retos que impone el siglo XXI, la ONU sigue siendo para México el marco idóneo para acordar estrategias comunes y el foro máximo para buscar soluciones colectivas a los problemas que aquejan a la humanidad, pero sobre todo, a partir de sus orientaciones y resoluciones, significa el lugar desde el cual los países integrantes trazan e implementan políticas públicas para beneficiar a sus habitantes.

Como una muestra de su compromiso con la política internacional, México ha hecho importantes contribuciones a este organismo a lo largo de sus 69 años de existencia, tanto en la solución pacífica de controversias como en la lucha contra el Apartheid, la promoción del desarme (en particular con el Tratado de Tlatelolco, que estableció la primera zona libre de armas nucleares en un área densamente poblada), la adopción de la Carta de Deberes y Derechos Económicos, la promoción del Periodo Extraordinario sobre Drogas, la elaboración de la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, entre otras.

En 2000, los países integrantes de la ONU se comprometieron con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y acordaron concretarlos a más tardar en 2015. Estos objetivos buscan atender las necesidades humanas más apremiantes y los derechos fundamentales que todos los seres humanos deberían disfrutar. Nuestro país fue un fuerte impulsor de esta declaración.

Sin embargo, mientras que en el seno de la ONU México es una nación que impulsa enérgicamente estrategias y políticas que eleven el nivel de vida de la humanidad, en nuestro propio territorio padecemos de fenómenos y acontecimientos que atentan, muchos de ellos,   contra grandes sectores de la población. Para muestra basta un botón: la violencia en estados como Guerrero y Michoacán, y otros más que ya se perfilan hacia esa lamentable condición.

No obstante, hay otros indicadores que, al igual que la inseguridad, nos muestran como un país en pleno retroceso. Revisemos, para comprobar esto, tres aspectos básicos: educación, salud y alimentación.

Educación: La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), fundada en 1945 por la ONU, definió este rubro como un derecho humano fundamental para erradicar la pobreza. Sin embargo, se tiene que en 2009 cerca de 700 mil niños y adolescentes mexicanos abandonaron las primarias y las secundarias debido a la difícil situación económica. Asimismo, las estadísticas de 2014 indican que la mayoría de la población tiene un nivel educativo bajo (63% posee un nivel de estudios por debajo de la media superior), mientras que la proporción de adultos que ha alcanzado al menos la educación media superior (37%) es una de las menores en los países de la OCDE (se encuentra considerablemente por debajo de la del promedio y solo en Turquía la proporción es menor: 34%).

Salud: La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el INEGI reportan que México ocupa el primer lugar en obesidad infantil en el mundo, que hay más de siete millones de personas con diabetes mellitus tipo 2, que siete de cada 10 mexicanos adultos padecen sobrepeso, que cada año mueren más de 3,500 mujeres por cáncer de mama. Asimismo, la Comisión de Salud del Senado registró que existen 225 mil personas con VIH Sida. De igual modo, el Instituto de Salud Pública (INSP) afirma que cada 24 horas mueren 289 mexicanos por padecimientos cardiovasculares, lo que convierte a esta enfermedad en la primera causa de mortalidad general.

Alimentación: La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dependencia de la ONU, tiene como principal objetivo la erradicación del hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición muestra datos alarmantes en México, ya que en niños de cinco a 14 años la desnutrición crónica es de 7.25% en las poblaciones urbanas, pero esta cifra se duplica en las zonas rurales. Al mismo tiempo, el riesgo de que un niño o niña indígena se muera por diarrea, desnutrición o anemia es tres veces mayor que entre la población no indígena. Más aún, el 18.2% de la población mexicana se encuentra en pobreza alimentaria. En términos generales, uno de cada cuatro mexicanos experimenta hambre; además, hay una creciente dependencia en la importación de alimentos.

Ante estas estadísticas, y haciendo nuestro un viejo refrán, vale la pena preguntarnos: ¿Somos candil en la ONU, pero oscuridad en nuestro territorio? De lo que no hay duda es que estamos obligados a revisar las políticas públicas internas, pues estamos fallando de manera ostensible y preocupante: como se puede apreciar, nuestros resultados no se corresponden con la filosofía de la ONU.

¡Que pasen una excelente semana, con sus seres queridos!

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