Jorge Meléndez Preciado

El asunto de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre es muy viejo. Algunos lo ubican en 2003, cuando el periódico “El Metro”, reveló fotos donde el señalado tocaba a una mujer. Otros lo relacionan con su padre, Rafael Gutiérrez Moreno. Éste utilizaba su poder con los pepenadores con el objeto de enriquecerse y lucrar políticamente. Y recuerdan que una de las señoras de éste ruin sujeto, Guillermina de la Torre, siguió con el negocio económico y político y lo heredó a su hijo, Cuauhtémoc. Hay, por cierto, un libro importante de ese horroroso laberinto: Basura de oro, de Bambi (Ana Cecilia Treviño)

Pero en realidad se trata de un asunto que viene después de la llamada Revolución Mexicana, hoy tan ignorada y presente, donde se fusionaron los negocios particulares con los enriquecimientos públicos. Es necesario ver nuevamente la espléndida cinta de Fernando de Fuentes, El Compadre Mendoza, en la cual no hay partidarismos sino negocios que son la base de una revuelta traicionada.

Con el destape reciente de Cuauhtémoc el priista, se deja ver un cochinero que será casi imposible de parar. Y en el mismo están involucrados infinidad de tricolores que ahora piden la cabeza de quien fue hace poco líder “institucional”. Sacar nuevamente este vodevil traerá cuando menos tres cosas: una enorme trata de personas, las fiestas de muchos políticos oficiales y cómo un individuo llegó a acumular enorme riqueza y poder haciendo lo que la mafia internacional pregona: utiliza mujeres, drogas, alcohol y negocios para que nadie te detenga y vayas adelante en la sociedad del vicio y el crimen.

Estamos ante un golpe al PRI que si hubiera partidos políticos opositores serios, les bastaría para ganar las elecciones de 2015. Pero como las otras agrupaciones están corrompidas, lo que tendremos es un circo más en la República.

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