San Politikón

Reforma educativa, bono demográfico y educación superior.

Por Juan Manuel Pineda

(www.informativosinaloaaldia.com)

 

El 13 de agosto del 2013, el Secretario de Educación, Emilio Chuayffet, se refirió a la trascendencia de las leyes derivadas de la reforma educativa y, en una parte de su intervención, dijo:

“Es necesario reconocer, lo digo con claridad, que hay muchos otros renglones en materia educativa que deberán ser abordados en otros instrumentos jurídicos, en otro momento, para alcanzar que la educación nacional sea el instrumento de justicia social y de desarrollo que esperamos”.

La reforma educativa sólo incluye una parte de la educación nacional y, por tanto, es una intervención con insuficiencias de integralidad que limitan la posibilidad de alcanzar, desde preescolar hasta posgrado, los niveles de calidad que la sociedad demanda, en el marco de la globalización mundial.

La reforma educativa está orientada a la obligatoriedad del Estado de ser garante del derecho Constitucional a la educación básica, es decir, la educación superior y de posgrado, aunque se impartan en instituciones públicas, tienen un trato diferenciado y, además, inequitativo en el financiamiento.

Sí para las autoridades de la SEP es injusto atribuir los bajos resultados educativos –en el nivel básico- a un solo factor, como frecuentemente se ha señalado, ¿cómo califican el trato diferenciado y el inequitativo financiamiento para las instituciones públicas de educación superior?

Es correcta y comprensible la acción del Estado para mejorar la educación básica, pero esa medida será un proceso estéril si se desvincula de la intervención educativa en niveles subsecuentes.

Axel Didriksson, especialista de la UNAM en prospectivas de educación superior, advirtió que si no se mejora la educación, de manera integral, se perderá el bono demográfico.

¿Qué es el bono demográfico?

Consejo Nacional de Población define al bono demográfico como el proceso de transición en el que la población en edad de trabajar (económicamente activa) es mayor que la dependiente (niños y adultos mayores), y por tanto, el potencial productivo de la economía es superior.

El aprovechamiento pleno del bono demográfico como palanca del desarrollo, se refleja en los crecimientos socioeconómicos de países como Estados Unidos, Japón, Corea, Taiwán, India y China Alemania, Francia, Inglaterra, principalmente.

Los especialistas en el tema señalan que el bono demográfico es un fenómeno que se da cada 200 años, aproximadamente, y dura entre 30 y 40 años, es decir, en México terminará entre el 2030 y 2040… y ya pasaron 13 años,

Sin las medidas pertinentes el potencial del bono demográfico no sólo será una simple oportunidad de desarrollo pérdida, sino que se convertirá en un problema social, económico y político de proporciones mayúscula porque llegará el momento en que la población de más de sesenta años y menor de quince, será mayor a aquellos económicamente activos.

Según proyecciones de investigadores, uno de cada cuatro mexicanos para el 2050 será mayor de 65 años, exigiendo al Estado más prestaciones sociales y servicios públicos, principalmente en el área de la salud.

Si no hay medida que respondan a estas demandas, se prevé una creciente presión social y, por tanto, un escenario de inestabilidad con alto riesgo de desencadenar ingobernabilidad.

Ante estas expectativas de corto y mediano plazo, la clave es la educación para la vida y el trabajo.

Vale la pena retomar lo planteado por Axel Didriksson, en su tiempo ex Secretario de Educación del gobierno del Distrito Federal, al señalar que para que los mexicanos económicamente activos tengan una fuerte expectativa social de empleo y un aprendizaje que les satisfaga sus posibilidades de vida, es necesario modernizar el sistema educativo nacional a corto plazo, homologándolo con los avances y descubrimientos científicos.

“Cuando hablo de modernizar el sistema educativo con una perspectiva humanística, científica y tecnológica me refiero a que el desarrollo de capacidades para la investigación debe estar desde preescolar hasta posgrado, como el centro del ejercicio de construcción de aprendizajes sólidos y contemporáneos”, indicó.

También, vale la pena retomar lo que plantea el Rector de la UA, Juan Eulogio Guerra Liera: “uno de los más grandes retos que viven las universidades mexicanas es el de la inserción de sus egresados en el mercado laboral, y, ante ello la UAS se esfuerza en ofrecer programas educativos de calidad y que éstos sean pertinentes en relación a las vocaciones productivas y la realidad social de las regiones”.

Pero además, a diferencia del resto de universidades e instituciones de educación superior de México, la UAS asume una filosofía que le da valor agregado a su intervención educativa: el fomento de los valores, para aportar profesionales íntegros, que pongan sus conocimientos al servicio de los demás, y que actúen solidariamente, con honestidad y en función de principios éticos.

Sin embargo, en las universidades públicas, como el caso de la UAS, hay una constante: llegaron al límite de su capacidad para atender la demanda.

La insuficiencia de espacios, tiene un común denominador: limitación financiera.

En un Informe Sobre la Educación Superior en América Latina y el Caribe 2000-2005 de la UNESCO, se señala que México es la segunda nación con más universitarios en la región (2.3 millones), superado por Brasil con casi 4 millones; sin embargo, en ambos casos la cantidad es muy pequeña comparada con el tamaño de sus poblaciones.

Según ese estudio, México ocupaba el lugar 15 regional respecto a la cobertura por cada 10 mil habitantes, con un promedio de 225 (en Argentina son 531).

También México es el segundo país con mayor población de 20 a 24 años, pero sólo el 23% de ellos está en la universidad, es decir, en México la cobertura en este rubro tiene un déficit mayor al 70.

El Informe sobre Tendencias Sociales y Educativas en América Latina 2010 sitúa a México en el 2° grupo de países junto con Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador y Panamá, que tienen como factor común un alto nivel de graduación en el nivel primario (en nuestro caso con una muy deficiente calidad según resultados de exámenes nacionales e internacionales) y un nivel medio de graduación en el secundario, pero también que el objetivo de acceder al conocimiento aún constituye un privilegio de muy pocos.

Según datos del INEGI el 30% de los mexicanos tienen entre 12 y 29 años de edad. Esto es el bono demográfico.

La falta de apoyo a la educación, los jóvenes no están involucrados en la productividad y tampoco contribuyen, como pueden hacerlo, al desarrollo socioeconómico de México.

Esto significa que el bono demográfico paulatinamente pasa de una ventaja para el país a un reto que enfrenta el Estado.

El Dr. José Narro, Rector de la UNAM, expuso, en su momento: “el costo que está pagando nuestro país por el abandono a políticas de impulso a la educación, a la ciencia y al desarrollo tecnológico va desde la gran e inaceptable desigualdad social hasta la tremenda violencia e inseguridad que padecemos”.

Las investigaciones sobre el tema revelan que la productividad depende de muchos factores, pero fundamentalmente uno: la educación

La estadísticas oficiales destacan que en las últimas seis décadas, la población de México se cuadruplicó y que aumentó la edad promedio de 23 a 29 años, y se registra un marcado ascenso en la demanda de educación

El cambio en la estructura poblacional ha resultado en una disminución de la razón de dependencia lo cual es parte de un proceso de transición demográfica.

Un dato debe ser revelador para el Estado mexicano es –debe ser- la tendencia de que a finales de la siguiente década, el bono demográfico empezará a disminuir.-La educación es una pieza indispensable para aprovechar el bono demográfico, aumentando la productividad y el bienestar. Ahí está, el mejor futuro del país….si no, México prevalecerá anclado en el subdesarrollo.

 

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