Sinaloenses del ayer, hoy y siempre

“Échame a mí la culpa” José Ángel Espinoza «Ferrusquilla»

(sacam.org.mx) José Ángel Espinoza Aragón fue el primogénito de los 4 vástagos de Buenaventura Espinoza y Fredesvinda Aragón. Nació el 2 de octubre de 1919 en la cabecera del municipio de Choix, en el estado de Sinaloa.

En este poblado no había luz eléctrica, ni mucho menos agua entubada: ésta se transportaba desde el río, a lomo de burro, y se vendía en las calles.

La familia de José Ángel se dedicaba a la fabricación de jabón, velas peines, huaraches, cintos, jaras, piedras de amolar, sombreros y muchas cosas por el estilo, bajo la dirección de su abuelo, quien siempre aprovechaba la menor oportunidad para contar sus vivencias durante la Revolución Mexicana: historias plagadas de huidas, persecuciones, levantamientos, cuartelazos…José Ángel era su público más ferviente, ya que gustaba mucho de escuchar estas narraciones, con las que podía imaginar los gritos y los balazos, y miraba al horizonte sinaloense para precisar las huidas al monte. Era un “desfile de soldados a caballo que se perseguían unos a los otros, enseñando el hambre de hombres y bestias, clamando la caridad de pueblos y ranchos”.

Cuando su padre enviudó se los llevó al El Guayabo, en la orilla del río Fuerte. Más tarde se mudaron a los Mochis, en donde Buenaventura conoció a María Gastelum, quien fue como una madre para José Ángel. En esta cuidad cursó sus estudios hasta la secundaria, y en 1935 uno de sus profesores le propuso que fuera a Mazatlán para continuar sus estudios, lo cual hizo sin dudar un minuto.

En Mazatlán vivió grandes experiencias: En las mañanas soleadas iba a la matinée y disfrutaba de Fu Man Chú, el Llanero Solitario, King Kong, Dick Tracy…, allá vio por primera vez una película con sonido: Cuatro milpas, en la que apareció María Antonieta Pons, y también escuchó a las Hermanas Águila cantar China, de Mario Talavera, tema que también interpretaría Alfonso Ortiz Tirado, a dueto con Pedro Vargas.

Gracias a su trato afable, hizo una gran cantidad de amigos, y un grupo de ellos se encargó de subirlo a un ferrocarril con destino a la Ciudad de México en el año 1973: Quería ser médico.

De viva voz del Mtro.. Ferrusquilla, sabemos que: “En aquellos días del año 1938, la XEQ ocupaba buena parte de la programación radiofónica en obras infantiles; a las 6:15 de la tarde presentaba un programa llamado Fifí rafas el valeroso, el cual era escrito por el Mtro. Pedro de Urdimales (Jesús Camacho Villaseñor) y protagonizado por una señorita de apenas 15 años, llamada Blanca Estela Pavón, quien representaba el papel de Florecita, y Pedro Cardoso hacía el papel de Fifirafas.

“Había otro personaje importante: el capitán Ferrusquilla, el cual era representado por el jefe técnico, Carlos Contel, hermano del gerente de la estación, Enrique Contel. Ellos se trataban tan respetuosamente que se hablaban de “usted”.

Un buen día, el gerente llamó a su hermano menor a un rincón: ‘Le he dicho que no se puede chiflar y andar en la procesión. Al parecer usted no entiende la lengua. Por última vez le digo: técnico de sonido o actor: escoja’. Carlos simplemente asintió con la cabeza en silencio.

“Cuando el Mtro. Pedro de Urdimalas llegó para la transmisión en vivo del programa no encontró a Carlos: ‘¿Que pasa con Ferrusquilla? ¿Todavía no llega Ferrusquilla? ¿Alguien sabe dónde está?’.

“Blanca Estela fue quien le informó, con un gesto de angustia en su dulce rostro: ‘No habrá más Ferrusquilla con Carlos; don Enrique lo amenazó con correrlo si insiste en hacer el papel. ¿Qué hacemos , don Pedro?’.

“Pedro de Urdimalas comenzó a recorrer la pequeña cabina a grandes trancos, mordiéndose las uñas, sin dejar de ver al locutor de turno. Reparó entonces en mí, que estaba por ahí esperando la orden para hacer algún mandado: ‘Sabes leer?’, me preguntó con precipitación. ‘Sí, señor’, le contesté.

“Don Pedro me extendió un manojo de hojas escritas a máquina:’A ver, vente. ¿Ves donde dice Ferrusquilla?, pues cuando los demás hablen y toque el turno de Ferrusquilla, tú lees las líneas, ¿entendido? Procura no equivocarte’.

“Y así, sin el menor ensayo ni preparación, salimos al aire…”.

José Ángel Espinoza Aragón, sin estar consiente de ello en ese momento, había conseguido dos cosas que definirían para siempre su vida: entrar al mundo del arte y el sobrenombre que llevaría por siempre, al que él daría vida, y que ya nunca se ligaría al del personaje del capitán de la comedia de radio.

A pesar de que la XEW y la XEQ pertenecían a un mismo grupo, tenían una competencia muy cerrada, y como la W tenía mayor presupuesto, se empezó a llevar a los mejores elementos de la Q. Sucedió así que Fifirafas el valeroso se empezó a quedar sin actores, hasta que sólo quedaron dos: Blanca Estela y José Ángel, quien tenía que hacer ocho voces distintas para mantener el programa a flote.

Cuando Humberto G. Tamayo escuchó a José Ángel Espinoza Aragón en el programa, se refirió a él como el “Hombre de las mil voces”, pero entonces puso en aprietos al naciente imitador al afirmar que: “Ferrusquilla imitaría hasta la voz de Dios”. La mitra metropolitana intervino porque lo consideró una herejía, pero Humberto contraatacó: “Ferrusquilla imitaría la voz de Dios si lo dejaran, pero no lo dejan”, mientras estrujaba la carta en la que llegó la protesta por parte de la iglesia, para que se oyera por la radio.
Con un dejo de dolor y una profunda nostalgia, el maestro Ferrusquilla nos platica: “LA primera vez que vi a Blanca Estela Pavón fue el 1° de noviembre de 1938, en la frustrada ceremonia inaugural de la XEQ, que se tuvo que posponer para el día siguiente por un apagón.

“La veía todos los días, y la admiraba en silencio, sin atreverme a hablarle, hasta el día 22 de ese mismo mes, cuando hice por primera vez el papel del Capitán Ferrsuquilla a su lado: Blanca Estela representaba el papel de Florecita. Yo tenía 19 años y ella 15.

“Trabajábamos juntos todos los día en el programa, y no pasó mucho tiempo antes de que la amistad entre colegas diera paso al amor: nos hicimos novios. Estaba tan enamorado de ella que me costaba conciliar el sueño, y había madrugadas en las que no podía más: me ponía un abrigo sobre el pijama e iba a recostarme contra la pared de la casa donde ella vivía. A esa hora oía el rítmico ruido del bastón de su papá, quien me decía: ‘Otra vez usted aquí, hombre? Venga, pásele’.

“Con una enorme llave abría el desvencijado zaguán de la vecindad y me permitía pasar hasta la recámara donde dormía Blanca Estela, después de asegurarse de que estuviera visible. Me permitía verla por dos o tres minutos y me echaba para afuera.

“Muy pronto logré ganarme la confianza de la familia, así que me permitían acompañarla a sus clases de danza en el Palacio de Bellas Artes, y después nos íbamos a trabajar a la XEQ.

“La primera película que vimos juntos se llamaba Gungadín, en el cine Goya, cuyo nombre dio origen a la porra de los estudiantes de la Universidad, que empieza diciendo: ‘Goya, Goya, cachún cachún ra ra…’.

“Tiempo después nos contrataron juntos para doblar películas al español en Nueva York, en donde viviríamos un año. Blanca Estela se encargó de doblar la voz de la actriz sueca Ingrid Bergman, figura principal de la película Gasligth, que en español se llamó Luz que agoniza, mientras que yo doblé la voz de Mickey Rooney en Fuego de juventud, en la que también actúo Elizabeth Taylor.

“Cuando volvimos ya teníamos renombre, por lo que no nos faltaba el trabajo, y así nos integrábamos cada vez más al mundo artístico. En una ocasión el secretario general de la AN DA, que era Jorge Negrete, me invitó, en mi calidad de miembro del comité ejecutivo de la misma asociación, para acompañarlo a la reinauguración del Teatro de la Paz, en San Luis Potosí, pero decliné la invitación porque mi novia Blanca Estela y yo estábamos contratados para presentarnos en el Teatro Macedonio Alcalá, de la ciudad de Oaxaca.

“Quince días antes de la presentación, llamó el empresario de Oaxaca para informarme que no tenía presupuesto para contratarnos juntos, y que ponía en mis manos la decisión de quién iría. Por supuesto, le dije que Blanca Estela tenía prioridad, así que la contrataron, y viajó acompañada por su papá.

“Le llamé entonces a Jorge Negrete para informarle que sí podría acompañarlo a San Luis Potosí. El día que volvimos a la Ciudad de México fue ensombrecido por la terrible noticia que aparecía en los titulares de todos los periódicos: Las 21 personas que regresaban de Oaxaca al Distrito Federal habían fallecido en un lamentable accidente aéreo.

“De inmediato Jorge Negrete me apoyó para que fuera a rescatar los cuerpos de Blanca Estela y su padre al Iztaccíhuatl. Me dijo ‘Si ha vigilancia militar, te identificas como colaborador mío; mi grado en el ejército es de teniente, para que te den facilidades’.

“Tuve que esperar un día y medio al pie de la montaña, hasta que terminaron de bajar los cuerpos. Los hermanos de Blanca Estela me suplicaron que fuera yo quien entrara a la iglesia del pueblo para identificar los cadáveres.

“Doña Josefa, la madre de Blanca Estela, resistió el funeral con una entereza admirable, soportando su dolor. Bajó un retrato de su hija para colocarlo sobre el ataúd, y a las once de la mañana, antes de salir hacia el cementerio, lo retiró de la caja y me dijo: ‘esto le corresponde a usted’, y me lo entregó.”

La vida artística de Ferrusquilla continuó por buen camino, y decidió darse tiempo para incursionar en la rama del arte que más le apasionaba: la música. Había estudiado en el Conservatorio Nacional, donde contó con las enseñanzas de grandes maestros como Manuel M. Ponce, Silvestre Revueltas y Jerónimo Baqueiro Foster. En el año de 1951 creó su primera canción: A los amigos que tengo.

El Mtro. Ferrusquilla evoca su ingreso a la SACM, y nos relata la siguiente anécdota: “Más adelante acudí a la SACM con la intención de afiliarme y me entrevisté con el entonces presidente de la Sociedad, Tata Nacho (Ignacio Fernández Esperón), quién me aplicó un exámen para ello: tenía que escribir La mañanitas en una partitura. Lo hice y se la entregué a Tata Nacho, quien la leyó y me dijo que tenía dos errores. Yo le expliqué que los errores están en la manera que se toca la canción, pues con las notas que le cambié, suena: ‘mira que ya amaneció’, mientras que con las tradicionales, suena ‘mirá que ya amaneció’, y así queda en argentino, no en mexicano. Tata Nacho reflexionó por unos segundos y finalmente me dijo: ‘Creo que tienes razón’, y estampó un 10 del tamaño de la hoja. Desde entonces formo parte de la SACM”

Tiempo después vio la luz su obra maestra: échame a mí la culpa, canción que lo consolidó como compositor y lo lanzó a la fama, pues no solo tuvo éxito en México, sino más allá de las fronteras, especialmente en España.

En una ocasión se celebró una comida en las instalaciones de la SACM, a la que acudió el presidente de la República, José López Portillo, a quien le dio gusto conocer a Ferrusquilla y le comentó que la canción de moda en ese momento en España era precisamente su éxito Échame a mí la culpa, mientras que las más escuchada en México era otra de sus canciones, La ley del monte. Antes de terminar la comida, el presidente lo invitó a una gira que iban a hacer por Europa con varios músicos, y Ferrusquilla, por supuesto, aceptó de inmediato.

A esta gira fueron varios intérpretes, cada uno de los cuales iba a cantar: Cu cu rru cu cú paloma y El rey, Lola Beltrán; Granada, Alejandro Algara , el último intérprete de Agustín Lara; La cigarra, María de Lourdes, y Échame a mí la culpa, Pedro Vargas. Los acompañaban el Mariachi Vargas y el Mariachi América, ambos dirigidos por Jesús Rodríguez de Híjar, y dos locutores: Ignacio Martínez Carpintero y León Michel.

El Mtro. Ferrusquilla nos narra esta experiencia: “Cuando llegamos a la ciudad de Caparroso, en Navarra, donde José López Portillo tenía familia, el Estado Mayor Presidencial me informó que, por orden presidencial, yo cantaría Échame a mí la culpa en lugar de Pedro Vargas. Esto le molestó a Jesús Rodríguez de Híjar, que no quería acompañarme, pero yo le reclamé enérgicamente que era una orden directa del presidente, y de esa manera se aplacó, y me acompañó con mi canción”.

Échame a mí la culpa fue tan popular en España que hicieron una película del mismo nombre, con las actuaciones de Lola Flores -quién interpretaba la canción- y Miguel Aceves Mejía, e invitaron al Mtro Ferrusquilla para que presenciara el rodaje. Varios años después, en 1980, el Mtro. Ferrusquilla fue invitado nuevamente a la Madre Patria, esta vez para entregar un trofeo al cantante inglés Albert Hammond, por haber ganado un premio al interpretar La Mejor Canción del Año: Échame a mí la culpa.

Pero además de su obra maestra , son muchas las canciones que surgieron de la inspiración del Mtro. Ferrusquilla, y a todas les compuso tanto la letra como la música, con excepción de cinco, ya que cuatro las hizo en coautoría con José Alfredo Jiménez y una con el Dr. Teodoro Césarman.

Una noche fue invitado a una cena en casa del Dr. Césarman, y notó que él y su esposa estaban distantes. Ella sirvió la cena, pero no a Teodoro, quien se puso a escribir en una servilleta, la cuál le pasó después a Ferrusquilla, a la vez que le decía con voz melancólica: “A ver que día le pones música a esto, Ferrus”. Éste la leyó con interés: se trataba de un poema. “No”, replicó, “a esto no le puedo poner música”. “Por qué?”, le preguntó el anfitrión. “porque ya la tiene”.

Acto seguido, el Mtro. Ferrusquilla anunció a los invitados que iba a interpretar una canción con base en un poema precioso que le acababa de presentar el Dr. Césarman, que se titulaba Hasta aquí nomás. Ahí estaba su compadre Delfino Ordaz con su inseparable guitarra: “Compadre, deme do menor y me va siguiendo”. Todos se emocionaron al escuchar la canción, incluida la Sra. Césarman, quien atravesó la sala hacia su esposo y lo abrazó llorando. Después le sirvió de cenar.

Años más tarde, el Mtro. Ferrusquilla recibió una llamada del sobrino del Dr. Césarman: Desde un tiempo atrás el doctor se había caído y ya no podía caminar, y esa mañana al intentar levantarse había sufrido un dolor tan fuerte en el pecho que había pegado un grito desgarrador.

Cuando su esposa y su sobrino llegaron a su lado, les dijo: “Ya no hay nada que hacer . Busquen a Ferrusquilla para que me cante la canción A mi manera mientras me sepultan”.

Cuando llegó el Mtro. Ferrusquilla a la casa del Dr. Césarman, ya había fallecido y se encontró con un gran tumulto. Lo recibieron y le dijeron que tenían preparada una grabadora con la canción que había pedido Teodoro, para que la cantaran todos. 2No”, les discutió, “lo que debemos hacer es buscar algún trío que se sepa la canción para que vaya al panteón a cantarla conmigo”.

“El trío nos acompañó para cantar una docena de veces la canción”, nos comentó el Mtro. Ferrusquilla.

LA historia del Mtro. Ferrusquilla esta estrechamente ligada al cine mexicano, ya que fue también un actor muy solicitado, que actuó en alrededor de 80 películas al lado de grandes personalidades, como Carmen Montejo, Fernando Soto “Mantequilla”, Sara García, David Silva, Lilia prado, María Félix, Jorge Negrete, Carlos López Moctezuma, Lucha Villa y muchas otras leyendas del cine nacional.

Son cuatro las películas en las que más resalta su trabajo actoral: Medianoche (1949), dirigida por Tito Davison, en la que trabajó con Arturo de Córdova; El hombre de papel (1963), dirigida por Isamel Rodríguez, en la que actuó con Ignacio López Tarso y Rita Macedo; El tunco Maclovio (1970), uno de los mejores westerns mexicanos, dirigida por Alberto Mariscal, en la que apareció con Julio Alemán, y La duda (1972), una película basada en un argumento de Benito Pérez Galdós, filmada en España, en la que tuvo el gusto de alternar con Fernando Rey.

También compartió la pantalla con otros grandes actores, como Richard Burton, Anthony Quinn, Boris Karloff, Jhon Wayne, Clint Eastwood, Dean Martín, Robert Mitchum y las inolvidables Brigitte Bardot y Jeanne Moreau.

· En el año de 1976, el Mtro. Ferrusquilla, Lola Beltrán y Tito Guisar recibieron la Medalla de la Paz, de la organización de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York.

· En Los Mochis, Sinaloa, se bautizó con su nombre al Teatro del Seguro Social.
· Recibió el Premio Sinaloa de las Artes, otorgado por el gobierno del estado.
· Se colocó un busto del Mtro. José Ángel Espinoza Aragón en el Blvd.. José Ángel Espinoza, en la actual sindicatura de Ahome, cuando fue cabecera del municipio.
· Organizó durante 27 años la Feria Maratónica, que permitió empedrar todas las calles de Ahome, construir dos escuelas secundarias y dotar de aire acondicionado a los 2 sanatorios de la localidad.
· Fue visitante distinguido por H. Ayuntamiento del Municipio de Durango por su destacada trayectoria artística y su valioso aporte a la música tradicional mexicana.
· Charola de plata como actor mexicano que participó en la película Comanche, rodada en Durango. El promotor de este rodaje fue el Lic. Miguel Alemán Velasco, quien recibió un trofeo semejante.
· El H. Ayuntamiento del Municipio de Mazatlán le otorgó un reconocimiento por sus canciones, que se escuchan en el mundo entero y son interpretadas en varios idiomas; por su don de gentes. Por su altruismo y por difundir lo mejor de Sinaloa (2 de octubre del 2004).
· El gobierno municipal de Santiago Papasquiaro (lugar de nacimiento de los hermanos Revueltas) y la Dirección de Artes y Cultura le otorgaron un reconocimiento por su labor incansable en la creación de las artes y el impulso a la cultura a través de la música y la escritura (16 de julio del 2006).
· Recibió el premio de Las Lunas del Auditorio por su trayectoria artística en el año 2006.
· Donó aproximadamente 200 reconocimientos al Museo de Arte de la población de Choix, Sinaloa.
· El 28 de Septiembre del 2007, en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, se le rindió un homenaje en que sus canciones fueron interpretadas por la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes.
· El 2 de octubre del 2007 se develó una estatua del Mtro. Ferrusquilla, realizada por Carlos Espino, en la ciudad de Mazatlán, Sinaloa.
· El 10 de octubre del 2007 la SACM develó una estatua de bronce en la Plaza de Garibaldi de la Ciudad de México, y un busto en bronce en la Plaza de los Compositores Mexicanos.

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